martes, 6 de noviembre de 2018

La Rama...




Aquella rama batía en su ventana toda vez que soplaba el viento.
A principio le asustaba pero al final le cogió cariño.
Era su única compañía, la única que le hacía sentir algo.
La única que le hacía sentir viva.


© carmencita.sp

jueves, 21 de junio de 2018

El jardín y la envidia...

 





Habían sido plantadas en el mismo jardín. Se les había regado siempre
con cariño y apreciaban el mismo Sol, la misma Luna, bajo el mismo cielo.

Estaban siempre muy próximos el uno al otro, crecían y florían juntos,
compartiendo el mismo aire.

Anturio era bello y fuerte. Rosa era bella, delicada y desprendía un aroma
embriagador. Muchos la admiraban.

Anturio empezó a tener envidia de su compañera de jardín, de su delicadeza,
de su aroma y de su presencia.

En un día de tempestad, bajo un cielo cargado de nubes oscuras y de fuertes
rayos, ella se abrigó a su lado para protegerse de la tormenta.

En ese momento Anturio descubrió su fragilidad, no dudó y poco después
se lanzó sobre ella y la aplastó sin piedad.




© M del Carmen Barredo García




martes, 15 de mayo de 2018

Sueños Rotos...






La fortuna había sido lanzada, bueno, más bien el azar descubriría Samir, después de algunos años de haber nacido en aquél sitio. 

Era uno de cuatro hermanos compartiendo una habitación bajo un techo que no se podía llamar vivienda, más bien un cobijo en donde abrigarse por la noche. 

Había una cocina salón, dos habitaciones pequeñas y un baño fuera en un minúsculo patio, compartido con otros vecinos de igual suerte. Lujo ninguno había allí, al contrario, pero se querían, se ayudaban y algunos soñaban con un futuro mejor.

Los niños iban a la escuela con alegría. Estudiar podría abrirles una puerta a ese futuro, incluso aunque vieran que casi nadie se movía de su zona de nacimiento.

Samir tenía un sueño mayor, quería ser jugador de fútbol, salir de su país, ganar mucho dinero y volver a por su familia. Cuando venía de la escuela, después de comer, se juntaba con los vecinos y entrenaban en la misma calle en donde vivían. No era nada seguro ir muy lejos de sus casas.

Entre la escuela, los deberes, los partidos, ayudar a sus padres y hermanos no tenía mucho más tiempo, sólo para fantasear, mismo que día y noche estuviera atento, él y todos los que vivían allí.. 

A veces los juegos, las clases, la comida, sus sueños, eran interrumpidos por los aviones que pasaban cerca y por los gritos que se oían.

Estaban en guerra desde su primer recuerdo y por más que intentaran llevar una vida normal, los niños de Guta Oriental en Siria no lo tenían nada fácil.

Aquella tarde una bomba les cayó encima, destruyendo casas, matando a sus vecinos y amigos y cortando de golpe su sueño al perder una pierna. Jamás saldría de allí, jamás ganaría dinero y en la vida olvidaría la pesadilla vivida y consentida por todo el mundo y por su dios.


© M.del Carmen B.García

viernes, 19 de enero de 2018

Microrrelato






En aquel instante no sabía quién era exactamente y no podía detallar cómo se sentía.

Podía ser realmente ser un perro sucio, perdido y abandonado.

La única vida que recordaba era la de ese preciso momento, no sabía distinguir
si era mala o buena por más que lo intentara, no lograba compararla con ninguna otra.



@carmencita.sp