martes, 6 de septiembre de 2016

El conejito blanco.

                                                 
                                                     

En aquella mañana mi madre trajo a casa un conejito blanco con ojos vivaces y de un color rojo vivo. Se lo había regalado una vecina y amiga que los criaba para vender. Luego nos encariñamos. Estábamos juntos a todas horas.

Me recibía en el portal cuando me escuchaba llegar de la escuela y corría hacia mí dando saltitos de alegría, como si fuera mi perrito. Era mi compinche de juerga y cariños.

Un día, mi madre me dijo que no me encariñara mucho a él, porqué lo había ganado para cuando tuviera el peso apropiado, servirse en un buen plato. Al oír eso, casi me muero. Lloré y supliqué que no lo hiciera, que era mi amiguito, que en la vida me lo comería, que no lo permitiría jamás.

Apenada, mi madre me hizo caso. Al día siguiente volvió con otro conejo para prepara el plato que había planeado. Me invadió la felicidad. Había logrado salvar a mi vivaracho amigo y le pregunté en dónde estaba y porqué no me había recibido como siempre.

-¡Bueno! - respondió - Lo he devuelto a la dueña a cambio de éste que ya está con buen peso para cocinar.

Aquello me impactó. A partir de ese día dejé de comer carne de conejo.



© M.del Carmen B.García



miércoles, 25 de mayo de 2016

XXX versus Amor...

                       
                  


                                                                  ¿Qué quieres que te cuente?

Qué quieres que te cuente si veo y reconozco tus placeres virtuales por los registros descarados que dejas en tu ordenador. Lo niegas, te pones histérico, me gritas, me llamas loca y alucinada, pero las pruebas, desgraciadamente, te olvidas borrar.

Mis engaños y decepciones del pasado, tan honestamente confesados sabias muy bien. También cuanto me costaría confiar en alguien otra vez, pero así mismo, me has metido en tu vida, por interés egoísta, matando mis últimas ilusiones, mis últimos sueños de amor, los últimos años de libido, llevándome a la total desesperación.

¿Cómo esperas que compita con bellezas frías y plastificadas? De esas que llenan tus ojos lascivos de alegría y placer. Jamás me has mirado de esa manera. ¿Cómo esperas que lo acepte y me calle? ¿Es para no molestarte en tu intimidad perfecta y vacía de sentimientos? ¿Cómo esperas eso de mí?

Cómo te hago entender que te tenía guardado mi último deseo de amar, lo mejor de mi vida, todo mi cariño y pasión, mi total falta de pudor, mis besos y abrazos, caricias y mimos, con tanto estar a tu lado hasta morir y antes que tú, para no volver a estar sola jamás.

¿Qué quieres que te cuente ahora?

Si realmente me querías, de ciego te hiciste, sin siquiera preguntarme por mis noches seguidas sin dormir a tu lado. Frías y largas noches entre realidad y pesadillas, deshidratándome de tanto llorar a solas, sin que al menos tocaras en los motivos y los porqués, demostrando toda tu falta de preocupación hacia mí, con un gélido y abismal silencio...

Sinnúmero fueron los rastros guardados y olvidados en tu ordenador, rastros que seguí uno a uno adentrando en un mundo oscuro, podrido, falso, amoral y sin el mínimo cariño hacia ti, con un único interés: el de un corto mensaje o un pago mensual para hacer dinero con personas, que como tú, les falta la capacidad de captar el cariño y el calor reales de una mujer.

¿Qué quieres que te cuente ahora?


© M.del Carmen B.García


Video producido por mi hija Mary Sacchi.