Aquel sábado de Carnaval por la noche no me tocaba dormir en el hospital. Avisé a quien yo pagaba para relevarme algunas noches y fui en su lugar. Mi corazón me pedía que lo hiciera y lo hice. No tenía idea que después de unas horas pegada a su cabecera y apenada al verle con aquel incómodo tubo para respirar, al agarrar su mano hablándole con cariño para tranquilizarle, escucharía su estertor de muerte mientras él me miraba con una profunda tristeza al dar su último suspiro.
Una parte de mí se fue con él aquella noche,
en esa despedida. (A mi padre)
© M.del Carmen B.García
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