jueves, 21 de junio de 2018

El jardín y la envidia...

 





Habían sido plantadas en el mismo jardín. Se les había regado siempre
con cariño y apreciaban el mismo Sol, la misma Luna, bajo el mismo cielo.

Estaban siempre muy próximos el uno al otro, crecían y florían juntos,
compartiendo el mismo aire.

Anturio era bello y fuerte. Rosa era bella, delicada y desprendía un aroma
embriagador. Muchos la admiraban.

Anturio empezó a tener envidia de su compañera de jardín, de su delicadeza,
de su aroma y de su presencia.

En un día de tempestad, bajo un cielo cargado de nubes oscuras y de fuertes
rayos, ella se abrigó a su lado para protegerse de la tormenta.

En ese momento Anturio descubrió su fragilidad, no dudó y poco después
se lanzó sobre ella y la aplastó sin piedad.




© M del Carmen Barredo García




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