En la Comisaría de Policía...
En la espera para ser llamada, Mayte Fernández sigue llorando. Está muy abatida, dolida, asustada, magullada y extremadamente indignada. Después de una media hora de espera, escucha al policía llamar por su nombre.
Estaban todos preparándose para salir. Mayte estaba un poco más tranquila por haber hecho la denuncia y por tener el apoyo de su vecina y amiga. Dormiría en su casa esa noche, después se cambiaría para la casa de sus padres. No podía dejar pasar más tiempo. Estaba con mucho miedo esta vez.
-¡Sra. Fernandez, pase por favor! Siéntese y dígame lo que ha pasado.
-Volví del trabajo dos horas más tarde esta tarde y mi marido así que llegué empezó a pegarme, a gritarme, llamándome de todo y diciendo que ya está perdiendo la paciencia, que la próxima vez acaba conmigo de una vez por todas.
Ella, entre lágrimas, intentando cubrir los moretones y conteniendo los sollozos le responde:
-¿Quiere hacer una denuncia y así ya tomamos outro procedimiento? ¿Tiene para dónde ir con ellos?
-¿Usted ya ha puesto alguna denuncia antes?
-No. Lo pensé hacer unas tres veces, pero temo que se enfurezca más.
-¿Tiene usted algún testigo?
-¡Sín duda! Los vecinos, mi família y el médico al que acudí la última vez.
-¿Tiene hijos?
-¡Sí! Y viven con nosotros. Quería saber si puedo sacarlos de casa, temo por ellos también, porqué intentan protegerme.
-¡No es así tan fácil! Hay todo un proceso legal antes de poder separarles del padre. Hay que verificarlo todo muy bien y buscar un sitio seguro para todos.
-¡Sí! A la casa de mis padres.
-Señor, tiene que tomar una actitud urgente. Los gritos y las palizas están cada vez más violentos.
-Temo por esa familia. ¡Dijo la amiga!
-¡No se preocupe! Ya tomaremos las providencias necesarias!
-¡No sé, no sé! Él estará furioso por la denuncia. ¡No me gusta la idea de que vuelva allí!
En ese momento entra su vecina trayendo a sus hijos. Llorando y asustados, abrazan a su madre que está hecha un manojo de nervios. Teme por su vida y por la de sus hijos. Las denuncias no le ayudarán en nada. Sabe que a su marido no le impedirá de cualquier día hacer lo que quiere: acabar con ella.
Mientras Mayte abraza a sus hijos para calmarles, su vecina habla con el policía.
Así que se levantaron y se encaminaron para salir de la Comisaría, Mayte vio al marido venir en su dirección por el pasillo. Estaba al lado de su amiga y ésta agarraba sus hijos por las manos, mientras Mayte se recomponía, si es que se puede recomponer de algo así. Al acercarse, su marido sacó de una pistola y le disparó tres veces, en plena Comisaría, llena de policías, al lado de su mejor amiga y delante de sus dos hijos.
© M.del Carmen B.García
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